Aldo Valle, vicepresidente del Consejo Constitucional: “No estoy porque se constitucionalice a las isapre ni a las AFP”
El abogado y académico admite que “hasta antes de la presentación de las enmiendas, probablemente, no había señales de tensión que, sin duda, hoy día están”.
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Su tono y forma de hablar da cuenta de su experiencia de hábil negociador, pero también de su larga trayectoria académica, que incluye haber llegado a rector de la Universidad de Valparaíso. Debe ser por ello que, pese a tener una representación política -integra el Consejo Constitucional como independiente en cupo del Partido Socialista (PS)-, Aldo Valle Acevedo muestra una actitud moderada y como representante institucional del organismo desde la vicepresidencia evita ser confrontacional.
Durante la conversación con Diario Financiero, Valle planteó que si no se cierra el proceso constitucional con una nueva propuesta que concite respaldo mayoritario, “hay sectores que pueden discurrir que si no se aprueba la nueva Constitución sigue vigente la Constitución de 1980 y, en opinión de muchos -que yo no comparto-, ese es el mejor modelo de orden público económico que puede esperar el inversionista”.
“No creo que nadie esté trabajando para boicotear el proceso. Lo que ocurre es que es difícil que las mayorías contengan las pulsiones de la hegemonía. El desafío es que logremos establecer acuerdos no solo sobre la base de quién puede imponer su voluntad”.
Desde el punto de vista de la falta de entusiasmo por este segundo proceso constituyente, el vicepresidente del consejo planteó que en este sentido “se da la paradoja de que por motivaciones y razones políticas muy distintas se encuentra una mayoría social muy amplia con una misma actitud de cara al proceso constitucional”.
Y también se refirió al recurso de reclamación de Unidad para Chile ante la Corte Suprema.
-¿A qué se debe que, finalmente hayan hecho la presentación ante la Corte Suprema?
-Es un reclamo sobre un incumplimiento del procedimiento, es decir, de forma y no de contenido. Al incorporarse nuevos capítulos de modo unilateral se impide una discusión general en igualdad de condiciones, dado que ya no hay oportunidades de presentar enmiendas a ese capítulo en materias tan sustantivas como seguridad y defensa”.
-¿Cuál diría que es el hito que marcó un cambio en el ambiente del consejo?
-Hasta antes de la presentación de las enmiendas, probablemente, no había señales de tensión que, sin duda, hoy día están. Y lo están explicablemente, porque a propósito de las enmiendas tenemos diferencias cualitativas, explicables y en algún caso diferencias graves y profundas.
-¿Por qué las califica de “graves”?
-Porque dan cuenta de una distancia que es importante que se conozca. Yo, en particular, no estoy porque se constitucionalice a las isapre ni a las AFP. No estoy en contra de la existencia de mecanismos que, el día de mañana, puedan ser necesarios, pero no creo que se deban decidir en la Constitución.
-Algunos analistas dicen que el Partido Republicano está diseñando, a través de sus enmiendas, un programa más que una constitución, ¿qué cree usted?
-Creo que es más grave, porque no es sólo un conjunto de políticas públicas, sino definiciones que dicen relación con una identidad y concepciones doctrinarias onmicomprensivas que se quieren convertir en derecho público y me parece que el Estado debe detenerse ante la conciencia de las personas.
-¿Eso que ve en el Partido Republicano lo observa en Chile Vamos post ingreso de las enmiendas o los ve más abiertos a negociar?
-Creo que tienen diferencias y eso lo puedo advertir en las conversaciones. Es probable que en las enmiendas también tengamos algunas diferencias, pero creo que no son nuevas, y menos creo ver en eso una pretensión de imponer una concepción del mundo a través de la Constitución. Que me parece que sí está más presente en las enmiendas del Partido Republicano.
“No se debe caer en la contingencia”
-¿A qué atribuye que el 37% de los chilenos, según la encuesta CEP, evalúe mal el trabajo del Consejo Constitucional?
-Me parece que, en primer lugar, hay un cierto agotamiento, porque llevamos un tiempo prolongado, pero cuando los países tienen estos desacomodos y los sistemas políticos no logran resolverlos es pretencioso u utópico creer que se pueden resolver fácilmente en un intento. Además, en una sociedad en que las personas tienen unas urgencias, unas necesidades y unas amenazas que están muy lejos de qué va a decir la Constitución; y porque durante mucho tiempo hicimos un esfuerzo porque, ojalá, las personas no pensaran en la Constitución que tenían. Y eso también ha producido sus frutos… hoy día tenemos indiferencia, distancia, desconfianza con lo público, con la política, con la democracia y eso es muy grave.
-Si uno lo compara con el primer proceso, también está generando muy pocas expectativas de lo que pudiera resolver una nueva Constitución, ¿influye en esto el fracaso del proceso anterior, además de todo lo que mencionaba?
-Sí, por una parte, hubo una derrota que generó frustración, decepción y lejanía, lo que se explica por razones de psicología social. Luego, hay un porcentaje muy importante que, al inicio del proceso, incluso con expresiones políticas muy nítidas, pensaba que no era necesario volver a un proceso que modificara la Constitución del ’80, porque hay muchísimas personas que entienden que la actual Constitución puede perfectamente seguir rigiendo la convivencia política del país. Entonces, se da la paradoja de que por motivaciones y razones políticas muy distintas se encuentra una mayoría social muy amplia con una misma actitud de cara al proceso constitucional.
Pulsión por la hegemonía
-¿Le preocupa que por eso mismo la propuesta que surja de este proceso también termine siendo rechazada?
-Todos debiéramos aspirar al cerrar el capítulo constitucional que abrimos hace ya varios años, porque eso le hace bien a los países, a la estabilidad, a la confianza de las instituciones; pero creo que eso va a depender principalmente de los acuerdos políticos que logremos. Si no va a ocurrir que se ofrecerá un texto constitucional que las mayorías no van a estar en disposición de aprobar.
-¿De lo que ha percibido en su trabajo con los republicanos diría que intentan boicotear el proceso?
-No. No creo que nadie esté trabajando para boicotear este proceso. Lo que ocurres es que es difícil que las mayorías políticas contengan las pulsiones de la hegemonía y, por lo mismo, el desafío es que logremos establecer acuerdos no sólo sobre la base de quién puede imponer su voluntad. Yo no estoy dispuesto a aprobar cualquier texto con cualquier contenido, entendiendo sí que, ojalá, el país logre una constitución que nos permita establecer una confianza pública que necesitamos, en economía, en la vida diaria, la necesitan muchas y muchos chilenos para mirar al Estado, las instituciones políticas, con la confianza de que se han hecho cargo de las metas que el país debe lograr.
-¿Es posible o no que el Partido Republicano esté cayendo en el polo contrario al que cayó la izquierda en el primer proceso?
-Me parece que algunas enmiendas dejan ver que no se ha logrado contener la pulsión por la hegemonía. Hago énfasis en eso, o sea, hay algunas enmiendas que de verdad traspasan el límite de lo que personas que valoramos un Estado con libertades, derechos sociales, un Estado social y democrático no desfigurado, con instituciones para habilitar efectivamente una democracia que no le dé ventajas a nadie - así resumo mis requerimientos de esta constitución-, que no estamos en condiciones de suscribir ninguna de esas enmiendas que han traspasado esas barreras.
-¿Entre esas enmiendas están aquellas que impide ponerle impuestos al patrimonio de las personas o la que elimina el pago de contribuciones a la vivienda familiar?
-No necesariamente. Hay otras que me parecen más graves, como disminuir la jerarquía normativa de los tratados internacionales sobre derechos humanos, no están dentro de aquellas que se pueda siquiera convenir en algún sentido; como que si se predispone un orden público económico que permita la mercantilización de derechos sociales tan importantes como la salud… no sé si la mayoría de las personas está porque se constitucionalicen las isapre, la Constitución del ’80 no lo hace; que se constitucionalicen las AFP, que sigamos avanzando en la privatización de la educación. Debe haber derecho a libertad de elección de prestadores en salud, debemos garantizar el respeto estricto del Estado al beneficio del esfuerzo personal para la previsión; que haya diversos proyectos educativos… ¡Eso es propio de una sociedad democrática! Pero que se pueda hacer negocio sobre la base de segregar en salud, en sistema previsional, normas como esas son muy difíciles de aceptar si uno vive en una sociedad democrática y en un Estado social.
La economía en medio del proceso
-Desde fuera da la sensación de que en el consejo ha costado más que en la Comisión Experta alcanzar acuerdos, puede tener que ver con la conformación de cada una, ¿a qué lo atribuye usted?
-Tampoco llevamos tanto tiempo con el desafío de llegar a acuerdos, porque a partir del martes 18 empezamos a tener conocimiento de las enmiendas… La tarea del Consejo Constitucional es una decisión política que se va a tomar sobre la base de una correlación de fuerzas electorales y eso es muy difícil sacarlo del escenario.
-¿Cuánto afectaría a Chile en el aspecto económico el no cerrar este capítulo con una nueva Constitución?, estoy pensando en la inversión extranjera, por ejemplo…
-En general, procesos con resultados abiertos tienden a generar un impacto negativo en la actividad económica, porque están en juego definiciones de política pública, de orden público económico y los marcos regulatorios que tendrá la actividad económica y la inversión en particular; entonces, generan obviamente una disposición expectante, que no se traduce en crecimiento, desarrollo económico. Sin embargo, también hay sectores que pueden discurrir que si no se aprueba la nueva Constitución sigue vigente la Constitución de 1980 y, en opinión de muchos -que yo no comparto-, ese es el mejor modelo de orden público económico que puede esperar el inversionista. Entonces, no me atrevería a decir que, en este caso concreto, no cerrar el capítulo constitucional, pudiera tener un efecto negativo en el aspecto económico.
-¿Esta optimista del trabajo del consejo y su posterior resultado?
-Estoy optimista del trabajo, porque creo que vamos a cumplir con la meta y el compromiso de servicio público; desde luego, vamos a honrar el dinero público que el país nos ha confiado para estos meses de trabajo y también tengo la disposición y compromiso de que hagamos el mayor esfuerzo para concordar una Constitución habilitante de una democracia sin ventajas; que nos permita garantizar, ojalá, un periodo largo de estabilidad política, pero eso depende también de muchas otras personas.